Tanto en las fotografías en blanco y negro como en las de color, el negro resulta muy importante porque contribuye a la intensidad de la imagen. El blanco corresponde a lo níveo del papel fotográfico y el negro es el resultado de la combinación de la tinta (o de los pigmentos) con el papel.
Una vez que la fotografía se realiza, el contraste entre el blanco y el negro es lo que permite trabajar la luz. Lo ideal es lograr negros intensos y, de este modo, aportar un gran contraste a la foto.
Ese contraste es lo que revela la intensidad de una mirada, la energía de un movimiento o el poder de una emoción. Su relevancia es indiscutible.
La calidad de un negro en fotografía, además, permite que la imagen resulte legible, destaca las grandes líneas y los principales elementos de la foto.
A la hora de imprimir la fotografía, es importante tener en cuenta la calidad de la impresora y el tipo de papel, porque la intensidad de los tonos oscuros puede variar de una máquina a otra o incluso en función del papel.
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